ACEITE DE PALMA. LO QUE DEBERIAS SABER.

Muchos de los productos con los que llena la cesta de la compra lo incluye entre sus ingredientes, quizá bastantes más de los que piensa: patatas fritas, cereales de desayuno, bollería, galletas, precocinados, congelados, pizzas, margarinas, chocolates… Estos son algunos de los alimentos, que contienen aceite de palma, el más consumido del mundo. Resultado de imagen de alimentos con aceite de palma

A pesar de tratarse de una sustancia vegetal, la mala fama le precede. El doctor Francisco Grande Covián, considerado el padre de la dietética en España, fue el primero en afirmar en los años 60 que el ácido palmítico, procedente de la palma, era nocivo para la salud. En los últimos años han sido numerosas las campañas que se han lanzado en su contra y también los estudios que han comprobado los efectos adversos. Uno de ellos fue publicado en 2011 en la revista científica ‘Globalization and Health’, donde se concluye que el aumento del consumo de aceite de palma está relacionado con unas mayores tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en los países en desarrollo. Los investigadores descubrieron que cada kilogramo que se ingería provocaba 68 muertes por cada 100.000 habitantes. Estos datos fueron significativamente más bajos en las poblaciones con mayor poder adquisitivo, en una relación de 17 muertes por cada 100.000 habitantes.

«El aceite de palma está compuesto por un 50% de grasas saturadas, mucho más que cualquier otro aceite. Éstos, consumidos en exceso, son los causantes de aumentar los niveles de LDL (colesterol malo), y cuanto mayor sea su nivel en la sangre, mayor es el riesgo de sufrir enfermedades coronarias. También se ha relacionado con un incremento de la obesidad y con cambios en la microbiota intestinal. Es cierto que el aceite de palma tiene un alto contenido en vitamina E y propiedades antioxidantes, pero eso no justifica su consumo, ya que el de oliva también las aporta, y en este, la cantidad de ácidos grasos saturados es muy reducida.

Por otro lado, la relación entre los nutrientes y la salud debe ser considerada dentro de la alimentación completa y no en términos de productos individuales, no hay indicios de que su consumo en una dieta equilibrada esté relacionado con ningún problema específico. Cada año se consumen 52 millones de toneladas de este aceite, que se extrae de los frutos de la palma (Elais Guineensis), una planta originaria de África occidental, aunque ahora se cultiva principalmente en el sudeste asiático (Indonesia y Malasia), y algunas partes de Sudamérica y Centroamérica, lugares en los que la implantación masiva de plantaciones está causando graves problemas de deforestación. La utilización de esta materia prima en la alimentación se remonta a hace 10.000 años en su estado natural (de color rojo como sus frutos, parecidos a los dátiles), y su uso era tan popular en algunas regiones africanas y asiáticas como el aceite de oliva en los países mediterráneos.

Su consumo ha aumentado en los últimos años debido en gran medida a una mayor presencia en los productos industriales. «A principios del siglo XXI empezaron a eliminar las grasas animales por ser perjudiciales y se sustituyeron por grasas hidrogenadas o trans. Más tarde se cambiaron éstas, consideradas muy nocivas, por aceite de palma, aunque éste tampoco es una alternativa saludable. Habría otras opciones, pero son mucho más caras, para hacernos una idea: «Una tonelada de aceite de oliva cuesta 3.500 euros, una de girasol, 900 y una de palma 650. Es el aceite más barato que existe.

Para que una dieta sea considerada sana se recomienda que no contenga «más de un 10% de grasa saturada de las calorías totales, y en caso de tener problemas cardiovasculares no debe superar el 7%. La ingesta de alimentos de origen animal como lácteos enteros y carnes grasas ya aportan suficiente cantidad como para añadir más.

Desde 2014, los fabricantes de la Unión Europea están obligados a incluir en sus etiquetas el origen botánico de las grasas vegetales que utilizan. A pesar de que existen otros muchos tipos de aceites, algunas marcas eligen el de palma, además de por su precio, porque es el que aporta diferentes texturas: untuosa, cremosa o crujiente. En el caso de los dulces y bollería, es preferible porque se mantiene sólido a mayor temperatura que el chocolate, por lo que es idóneo para dar consistencia. Por otra parte, muchas margarinas y cremas lo utilizan porque ayuda a que se unten con más facilidad. Algunos aperitivos salados, como las patatas fritas o los ‘snacks’ de maíz, hacen uso de éste porque aguanta más frituras que otros. Los precocinados también suelen incluirlo debido a que se enrancia menos, alargando así la fecha de caducidad.

Relación con el cáncer

Cuando el año pasado un supermercado italiano eliminó de sus estantes los productos que contenían aceite de palma, saltó la polémica. Le siguieron otras marcas que optaron por prescindir de este ingrediente. Estas empresas tomaron esta decisión al hilo de un estudio que publicó la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que lo relacionaba con el cáncer. Según esta organización, durante el proceso de refinado se somete al aceite de palma a temperaturas de 200 grados para lograr una sustancia semitransparente y amarillenta sin sabor ni olor, lo que libera sustancias cancerígenas y con capacidad de modificar el ADN. Esto también sucede cuando comemos alimentos muy tostados o quemados. Podría darse el mismo problema si se sometiera a cualquier otro aceite a estas temperaturas, aunque el de palma soporta mejor el calor.

En 2016, la revista Nature publicó otro estudio de un equipo de científicos del Instituto de Investigación de Biomédica de Barcelona que analizó el efecto que tenía una dieta rica en grasas sobre las metástasis. En concreto, añadieron ácido palmítico a cultivos de células tumorales en ratones y descubrieron un aumento en la frecuencia metastática de un 50% a un 100%. A pesar de que los expertos no prohíben su consumo, si aconsejan evitarlo, así que no olvide leer las etiquetas de lo que come.

El ácido palmítico, un ácido graso presente en una gran variedad de comidas procesadas, demostró ser, con diferencia, el mayor inductor de metástasis.

No es nuevo que el aceite de palma sea uno de los más utilizados en el mundo y esté presente en millones de alimentos y productos que comemos y utilizamos a diario. Sin embargo, cada vez son muchas las alarmas que este tipo de aceite está generando al respecto. Hasta el punto que muchos expertos coinciden en que es una de las sustancias más perjudiciales para la salud y el medioambiente. A pesar de que todavía la OMS no lo haya declarado alimento «carcinogénico» como ya lo hiciera el año pasado con la carne procesada, ya son muchos los motivos que nos hacen sospechar de que es uno de los aceites que más te vale tener lejos. Te damos poderosas razones de la mano de los expertos en nutrición y cosmética.

A pesar de que sabemos que las grasas saturadas y más concretamente, el aceite de palma, están presentes en la comida precocinada, galletas, bollería, bombones, galletas, pasteles, masas o comidas preparadas, cada día son más los estudios que lo relacionan con problemas serios de salud como las enfermedades cardiovasculares, el sobrepeso y  la falta de energía por lo que vuelve a estar en el punto de mira.

Y es que todas las alarmas han saltado después de leer los recientes informes del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) en los que se relaciona el ácido palmítico (principal componente del aceite de palma) con procesos de metástasis y de cáncer. La pregunta que todos nos hacemos es… ¿hay motivos para alarmarse? Resultado de imagen de estudios en laboratorios

Todo empezó después de que en el estudio en el que los investigadores dieron a los ratones una dieta rica en grasas un 15% más del consumo normal y les inocularan un tipo de cáncer oral y en condiciones de dieta habituales, vieron que el 30% de los ratones desarrollaban metástasis y que, con más grasas en sangre, cerca del 80% de los ratones tenían más metástasis y de mayor tamaño.

Pero lo más alarmante es que testaron el efecto de dichas grasas en metástasis con un ácido graso específico, el ácido palmítico cuyo componente principal es el aceite de palma y es usado en muchos tipos de comida procesada. Los científicos trataron un tumor oral durante dos días con ácido palmítico y después lo inyectaron en ratones que tenían una dieta normal. Una vez inoculado en el ratón, ese tumor pasaba de una frecuencia metastática del 50% al 100%. Es decir, todos los ratones desarrollaban metástasis. ¿Casualidad? No.

Parece existir un enlace directo entre consumo de grasas y potenciación de las metástasis a través de la proteína CD36, al menos en ratones inoculados con células tumorales humanas. Hay que hacer más estudios para entender esta intrigante relación entre dieta y metástasis, sobre todo porque en las sociedades industrializadas estamos incrementando de forma alarmante el consumo de grasas saturadas y de azúcares. Las grasas son necesarias para el organismo, pero la desmesura puede tener un impacto en salud como ya se ha demostrado antes para algunos tumores, como el de colon, y como ahora demostramos para el proceso metastático.

Y es que ante estas recientes investigaciones han empezado a saltar todo tipo de alarmas acerca de cómo afecta el aceite de palma a nuestra salud, a la alimentación que mantenemos a diario, a nuestra piel a través de los cosméticos y cómo puede llegar a perjudicar el medio ambiente.

¿Qué es lo que convierte el aceite de palma en «peligroso» para tu salud?

La cuestión más peligrosa es que bajo la etiqueta de grasas vegetales, consumimos este tipo de aceites derivados del aceite de palma y muchas veces sin especificar. Su uso se promovió para sustituir las grasas trans y aceites hidrogenados que aún son peores para las enfermedades cardiovasculares. El problema es que sustituirlo, es controvertido puesto que sus cualidades de elaboración son perfectas para la fabricación a grandes niveles. Como ya hemos dicho,  el aceite de palma es muy apreciado por la industria alimentaria por hacer a los alimentos más untuosos y cremosos, más crujientes y resistentes a la oxidación y a volverse rancios, por lo que deberíamos vigilar en nuestra alimentación, la bollería industrial y los productos precocinados.

El motivo principal lo encontramos en su alto contenido en grasas saturadas (concretamente en ácidos grasos saturados de cadena larga). De hecho, en torno a un 50% de las grasas presentes en el aceite de palma son saturadas. Tal y como han demostrado muchos estudios científicos, un consumo prolongado y regular de grasas saturadas influyen de forma negativa en el aumento del colesterol LDL en la sangre, lo que duplica el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Aceite de palma: ¿qué hay de su uso cosmético?Resultado de imagen de TARROS DE COSMETICOS SIN ETIQUETA

Por su untuosidad, el aceite de palma es una de las mejores bases para fabricar productos de belleza y cremas corporales y se utiliza bastante porque es de bajo coste. Y cuando hablamos del aceite de palma en cosmética, debemos saber si nos referimos al aceite bruto o refinado. «El bruto es el que se obtiene directamente del mesocarpo del fruto de la palma, con alto contenido en licopenos, betacarotenos y tocotrienoles (vitamina E) en su interior, cuyas propiedades calmantes, antioxidantes y reparadoras son las que le confieren sus bondades en cosmética. Pero, cuando se refina, pierde sus beneficios dermatológicos.

¿Cómo afecta el aceite de palma al medioambiente?Resultado de imagen de deforestación

La gran controversia que además está generando el aceite de palma, se debe a que su cultivo es causa (entre otros factores) de la deforestación de la selva tropical, produce un aumento del calentamiento global, se produce maltrato y aumenta el peligro de extinción de gorilas e implica la violación de los derechos humanos de indígenas cuyo medio de subsistencia es este tipo de cultivo. Pero alternativas como al aceite de levadura, soja, coco o jojoba presentan la duda de si serán viables, asequibles y cubrirán las expectativas de sostenibilidad.

Pero sin duda la clave es dedicar recursos a la investigación de alternativas e informar de manera clara, si los productos alimenticios o cosméticos que consumimos llevan este tipo de aceites en su formulación para poder elegir si queremos consumirlos o no.

¿Significa que tenemos que eliminar por completo el consumo de alimentos que contengan aceite de palma? Resultado de imagen de alimentos con aceite de palma

Los estudios médicos relacionan un mayor riesgo de padecer enfermedades a un mayor consumo de aceite de palma. Sobre todo, en problemas y enfermedades como el sobrepeso, el colesterol, la diabetes y la retención de líquidos y recientemente el desarrollo de metástasis pero sin embargo, no hay estudios que se relacione directamente con el cáncer puesto que el riesgo es relativo y depende de muchos factores por lo que tampoco habría que eliminar su consumo por completo ni pone en riesgo nuestra salud si se hace de forma esporádica.

La cuestión es llevar un estilo de vida sana y sobre todo, no abusar del consumo de los alimentos que lo contengan como ciertos snacks, productos precocinados o aperitivos de bolsa e intentar cocinar más en casa para controlar nuestra dieta y el origen de las grasas que nos llevamos a la boca.

¿Qué propuestas existen para evitar el aceite de palma?

Entre otras, evitar la ingesta de la bollería industrial y la comida preparada y optar por la bollería casera haciendo un bizcocho en casa con aceite de oliva o girasol en lugar de elegir otras grasas saturadas.

¿Cómo identificar el aceite de palma en el etiquetado? 

Aunque desde hace un par de años los productos deben indicar el origen de las grasas vegetales que contienen (aceite de palma o palmiste), hay un truco infalible para saber si el aceite vegetal que aparece es de palma y es leyendo su contenido en grasas saturadas: si es similar o superior al 50 por ciento, es muy probable que sea aceite de palma.

 

 

En resumen, ya sabes, todo en exceso es malo, pero un capricho de vez en cuando nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos, y yo soy partidaria de que en la vida hay que ser feliz.

¡SABER COMER ES SABER VIVIR!